LOS ORBES
IN LAK ECH MAYAS GALACTICOS |
El objeto de este ensayo es poner de manifiesto mi propuesta personal para desentrañar un fenómeno inexplicado como el de la existencia de ‘orbes’, esos curiosos fenómenos luminográficos que aparecen como extras en numerosas fotografías y grabaciones de video. Para los profanos en el tema, destacaré algunas características genéricas de este tipo de fenómeno anómalo. Posteriormente, pasaré a desarrollar dos hipótesis de trabajo que explicarían (aunque de manera excluyente) la particular naturaleza de este fenómeno.
INTRODUCCIÓN:
He de matizar que creo profundamente en la naturaleza anormal de este
fenómeno, y descarto cualquier tipo de explicación ‘ortodoxa’ en
aquellos casos que son claros para mí. Lo hago así por su correlación
innegable con otros tipos de anomalías con las que se relacionan de
forma muy íntima y que durante estos años de estudio e investigación he
logrado recomponer en un curioso puzzle. Para los escepticos y
dogmáticos, solo declararles mi profundo respeto al igual que mi sólida
postura en contrario. No han sido pocas las veces que un escéptico ha
intentado explicarme, entre generosas sonrisas de condescendencia, la
naturaleza ‘normal’ y nada sobrenatural de este curioso fenómeno.
reduccionistas
de algunos escépticos como las más extravagantes de personas que han
optado por el lado contrario. Sin embargo, respeto todas y aplicando
algo de benchmarking, he conseguido aprovechar algunos contenidos. Paso
pues a exponer sin más dilación el primer item del tema.
1. La Forma Perfecta
Entendemos como orbes, aquellos fenómenos luminográficos, invisibles al
ojo humano en condiciones normales, que aparecen reseñados en soporte
fotográfico y videográfico como pequeñas esferas, traslúcidas o
transparentes, diferentes en tamaño, color y densidad y que, dejando a
parte factores físicos naturales, no poseen una explicación natural.
Pueden aparecer en soporte fotográfico y digital, aunque a simple vista
son invisibles o indetectables. Tambien se han recogido imágenes de
orbes en formato video (la mayoría de las veces con cámaras de video
equipadas con night-shoot o fotomultiplicadores para visión nocturna).
En definitiva, aparecen como delicadas ‘burbujas de jabón’ aunque con
algunos aspectos característicos que después definiremos.
Podemos afirmar que ordinariamente son formas móviles y que su
movimiento puede parecernos, caprichoso y errático. Algunas veces poseen
una trayectoria puramente balística, dejando un curioso reguero en la
fotografía debido a su alta velocidad. Otras veces, las series de
instantaneas muestran un movimiento pausado tipo ‘mosca’, con trazados y
circunvoluciones suaves y lentas.
Ocasionalmente se agrupan en ‘clusters’ o aluviones, formando una
imagen extremadamente densa de globulos esféricos, situados a diferentes
distancias y alturas, y con colores y densidades tambien diferentes, y
haciendo prácticamente imposible realizar un recuento numérico. Su
tamaño estandar parece ser el equivalente a una pelota de ping-pong
aunque tambien se han fotografiado orbes de dimensiones gigantes y otros
de tamaño minúsculo. Su gradación en la coloración y en la traslucidez
sugiere que efectivamente poseen diferentes densidades y que reflejan de
forma distinta la radiación luminosa. No parecen tener luminosidad
propia pero reflejan la luz del flash fotográfico y la radiación
infrarroja. Este es un aspecto especialmente problemático, ya que si son
capaces de ser iluminados por el flash de la cámara, tambien deberian
ser detectados a simple vista. Aparcaremos este asunto para un
desarrollo posterior.
Parecen no interactuar con la materia tal y como nosotros lo entendemos
aunque posteriormente veremos que esto admite un par de matices.
Ya hemos comentado que poseen una forma esférica, similar a una burbuja
de jabón, aunque destacan aspectos muy curiosos en su estructura. En
algunas fotografías se aprecia la existencia de un ‘anillo’ que
cicuncinda su perímetro, anillo que observándolo a gran detalle presenta
una estrecha estructura de pequeños flecos o filamentos difuminados,
muy similares a los producidos por una descarga electrostática. Dentro
de la estructura esférica, a veces se situa tambien una forma parecida a
un núcleo excéntrico, lo que le da la curiosa forma de un globo ocular.
Su sútil estructura y la curiosa forma de presentación de su forma
tridimensional nos hace recordar el modelo de célula viva vista al
microscopio que todos hemos estudiado en el colegio. Los ejemplares más
grandes y activos presentan varios anillos perimetrales concéntricos de
finalidad desconocida, pero coherentes con la estructura general.
En relación a su coloración podemos afirmar que el color más frecuente
es el blanco y sus diferentes matices de intensidad. A mucha distancia
aparece el rojo, rosado y amarillo, y muy poco frecuentes son los orbes
de coloración azulada, púrpura o verde. Desconocemos si esta divergencia
en la coloración obedece a algún parámetro propio de su naturaleza o
bien se trata de un efecto específico de la óptica fotográfica que lo ha
detectado.
2. Primera hipótesis: La emanación
Podemos empezar diciendo que hasta ahora, las explicaciones dadas para
solventar el origen de estas curiosas esferas son, cuando menos,
demasiado genéricas. Un grupo notable de los investigadores piensan que
estos orbes son el cuerpo extenso de un alma desencarnada, es decir, un
ente similar a un fantasma, en donde sobrevive la parte intelectiva de
un ser difunto. Otros piensan por el contrario que se tratan de exóticos
elementos relacionados con alguna actividad ufológica, algo así como
cámaras de visión remota o sondas de exploración con tecnología que ni
siquiera podríamos sospechar. Mis análisis me han llevado a plantear dos
hipótesis alternativas.
2.1 El Huevo de la Serpiente
a.
Los orbes aparecen fotografiados en escenarios vitales de alta carga
emotiva. Puede ser un funeral, una fiesta de cumpleaños, el día de la
Patria o una procesión religiosa. Según el notable investigador
malagueño Antonio Guerrero, es evidente que existe una relacion
directamente proporcional entre ciertos lugares y personas fotografiadas
y sus correspondientes energias emocionales en juego.
b.
Aunque no siempre es así, la aparición de orbes parece estar supeditada
proporcionalmente al número de personas que se hallen en el escenario y
que se encuentren emocionalmente ‘sintonizadas’. Digamos que se produce
un efecto de resonancia que hace aparecer un mayor número de orbes.
c.
Los orbes aparecen en algunos casos fotografiados en íntima cercanía
con un agente. Pareciera que surgen o emanan directamente de esa persona
en cuestión. Como curiosidad, anotar que en fotografias de orbes en
donde el agente era un bebé o un niño, el tamaño del orbe era
especialmente reducido en proporción a otros presentes en el mismo
escenario fotográfico. Esto nos podría llevar a pensar de forma
simplista que personas adultas emanan orbes grandes y niños pequeños
emanan orbes reducidos.
d. El autor posee
pruebas fotográficas, de naturaleza especialmente sensible, en donde se
muestra una notable actividad de orbes en situaciones de actos sexuales
explícitos. He de aclarar que estas fuentes documentales no son las
normalmente proporcionadas por empresas o publicaciones profesionales
relacionadas con el sector del erotismo, sino fotografias amateur
realizadas por personas de la calle, que inmortalizan fotográficamente
sus momentos íntimos para darles difusión a través de determinados
medios. Este punto es especialmente importante, ya que las fotografias
de similar naturaleza ofrecidas por profesionales normalmente no poseen
imágenes de orbes, al ser desechadas como fallos en la película
fotográfica, reflejos indeseables, etc. Lo importante de este asunto es
que he comprobado que una actividad sexual intensa es capaz de generar
orbes. Esto significaría que una pulsión primaria tan poderosa como es
el deseo sexual sería un desencadenante claro para la aparición de orbes
que pueden ser fotografiados. Esto engarzaría con nuestra tésis de que
los orbes son puras emanaciones del ser humano en determinados momentos
de alta energía emocional. No podemos dejar de recordar, por tanto, una
vieja tradición de la filosofía hindú que colocaba una potente fuente de
energía psíquica a nivel de los organos sexuales (la famosa serpiente
Kundalini) y que podía ser despertada mediante diferentes series de
ejercicios y posiciones (Tantra). Volveremos a hablar sobre este
interesante aspecto más adelante.
2.2. Demasiado ràpido, demasiado furioso
Desde hace bastantes años se ha estimado que algunos fenómenos
parapsicológicos (esencialmente PES) tienden a producirse durante las
fases alfa de nuestro cerebro. Recordemos que nuestro cerebro, como un
delicado instrumento de intercambio eléctrico, funciona a diferentes
frecuencias medibles mediante un electroencefalograma o un SQUID
(Dispositivo superconductor de interferencias cuanticas, un novedoso y
sensible medidor de microcampos electromagnéticos aplicado al
diagnóstico médico). Nuestro estado de vigilia normal, en donde nos
encontramos mientras conducimos, firmamos un contrato o pelamos
zanahorias para el almuerzo, se denomina ondas Beta y normalmente
ostenta un rango de frecuencias entre 15-30 Hz. Las ondas Alfa (las más
proclives a manifestar fenomenología paranormal) ostentan un rango más
bajo, entre 8-14 Hz, y denotan un estado de relajación atenta o de
concentración. Los estados Delta y Theta se hallan en los estadios de
relajación profunda y sueño, y van desde los 3-7 Hz. Desde hace algún
tiempo se ha hablado tambien de un estado Gamma con un rango global de
unos 30 Hz y algunos investigadores han descubierto tambien un pico de
actividad global sobre los 40-70 Hz relacionada con un posible bucle
sincrónico de actividad córtico-talámica (Penrose, Ioannes, 1994).
Numerosas experiencias PES sobre telepatía, clarividencia, EEC, etc, han
sido registradas en sujetos dentro una actividad alfa. Sin embargo, es
de reseñar que existen ciertos fenómenos inexplicables que se producen
por encima de ese rango ‘mágico’ de ondas alfas. Situaciones de
telepatía en fase crítica, apariciones de vivos tras un accidente,
clarividencia viajera en escenarios traumáticos, etc, nos inducen a
pensar que las ondas beta (o una actividad exacerbada de estas ondas,
llamemosles superbeta) pueden ser capaces de producir tambien
fenomenología paranormal. Hemos declarado anteriormente que según la
hipótesis de la emanación, los orbes serían estructuras generadas por
los seres humanos en situaciones de alta emotividad, lo que sugiere un
estado muy exacerbado de ondas beta. Ya hablamos antes que una situación
de actividad sexual intensa era un perfecto catalizador para generar
orbes, y en ese escenario, el agente estaría en un estadio de ondas beta
o superbeta, al igual que aquellos agentes situados en el funeral de
un familiar, en las maniobras de rescate de una catástrofe o en un ring
de boxeo. A nivel físico, el agente presentaría notables variaciones en
el state ordinario de su cuerpo con efectos claramente medibles, como
segregación de adrenalina, hiperventilación, respuesta de lucha-huida,
cortejo vegetativo (sudoración, piel de gallina, naúseas), stress
psíquico, exacerbación muscular (en algunos casos extremos se podría
hablar de un síndrome estudiado por la literatura médica y denominado
sansonismo, donde podríamos poner como ejemplo clásico la madre que
observa como su hijo queda bajo las ruedas de un automovil durante un
atropello e inexplicablemente logra levantar las ruedas del vehiculo y
extraer a su hijo de debajo con una fuerza e ímpetu desconocido e
impropio en una situación ordinaria). En resúmen, podríamos proponer que
los orbes son estructuras energéticas de índole desconocida pero que se
generan por el ser humano en estadios superbeta como un efecto
secundario a la actividad psíquica exacerbada del agente.
Esta hipótesis tiene no obstante claras incongruencias. ¿Qué poderoso
mecanismo podría poner en marcha nuestro organismo para que nuestro
cerebro se comportara como un emisor de energía modulada?. ¿Podríamos
pensar que bajo determinadas circunstancias ambientales y emocionales
nuestro cerebro se comporta como un mecanismo superconductor capaz de
generar orbes?. El investigador ruso Boris Iskatov ha formulado un
modelo matemático basado en las transformaciones de Dirac y de
Schroedinger donde prevee un posible campo de energia-información
residiendo en un gas (agrupación caótica) global de microleptones, es
decir, una estructura esférica con alto contenido de información
coherente, con una mecánica cuántica desconocida hasta ahora, y que
podría formar los ejes del estudio sobre la materia oscura. El trabajo
del ruso Anatoly Ohatim ha confirmado experimentalmente la existencia de
este supuesto gas de microleptones y sugiere que toda la información
del mundo material está imbuida en este gas, incluyendo los pensamientos
del ser humano. Esta información existiría en forma de hologramas
formando unas unidades mínimas denominadas ‘eidoses’.
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2.3. El Más Antiguo Idioma
Finalmente, suponiendo que los orbes sean realmente emanaciones de
exótica naturaleza del ser humano, resta establecer el fundamento
teleológico, es decir, cual es el motivo u objetivo para este artificio.
Si consideramos como ciertas las tesis antes expuestas, estariamos ante
la emisión de determinada información coherente, en un formato
energético que tal vez no sean capaz de reconocer nuestros sentidos
convencionales, pero que muy bien pudiera ser una forma muy primaria de
comunicación a nivel emocional. En definitiva, si la hipótesis de la
emanación fuera cierta, supondríamos que los orbes son estructuras de
información emocional que surgen del ser humano como un primitivo
lenguaje fuera de nuestro equipamiento sensorial, actualizable tal vez
por diferentes medios de PES (telepatía, percepción extrasensorial,
etc). Un ser humano en una situación emocional exacerbada, podría
generar este tipo de estructuras, similares a semáforos o señales
indicativas de significado muy primario (miedo, emoción, tensión sexual,
odio), para transmitir información a otro sujetos.
3. Segunda hipótesis: Coexistencia
Como ya expusimos al principio de este ensayo, la segunda hipótesis con
la que vamos a trabajar es excluyente de la primera. Lamento
profundamente este estado de cosas pero es evidente que no podemos
intentar meter una pieza redonda en un agujero cuadrado. El problema de
los orbes presenta ciertas peculiaridades que hacen necesario crear otra
estructura epistemológica, completamente diferente, si queremos darle
una explicación racional a algunos de sus efectos y caracteristicas. Por
esa razón, he diseñado la teoría de la Coexistencia. En este punto del
camino, ruego al lector que quiera continuar que olvide temporalmente lo
que ha leido hasta ahora.
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El
afamado profesor Sinesio Darnell, que tambien se ocupó en su momento
del estudio de ciertos fenómenos luminográficos, los denominó ECNI,
acróstico de Entidades Coexistentes No Identificadas. Vamos a quedarnos
con los primeros términos, Entidades y Coexistentes. El primero
presupone que se trata de entes, sujetos individuales, y esta
individualidad estaría gobernada por cierta inteligencia. Coexistentes
nos presentaría a un fenómeno que existe en nuestro entorno de forma
paralela pero del que no podemos actualizar nuestras percepciones por
motivos que después discutiremos. Empecemos a analizar el primero.
3.1. Ordenando el trastero
Si releemos las teorías de otros investigadores que basan su
planteamiento en una base trascendentalista, podemos observar una
postura clara. Los orbes son el cuerpo extenso, material, semimaterial o
energético, que representa al espíritu de una persona fallecida. Su
presencia en determinados entornos cargados de fenomenología psíquica es
innegable. El orbe sería el contenedor espiritual de una inteligencia
completa, con sus emociones y su personalidad más o menos intactas. Esta
concepción encaja como un guante con la idea japonesa de ‘hito-dama’,
persona-globo. Su habitat sería el clásico para este tipo de
manifestaciones. Casas o lugares con carga traumática, con antecedentes
de disturbios psíquicos o con presunta fenomenología paranormal. Sus
efectos en ese entorno serían tambien los clásicos, sensaciones extrañas
de invasión, focos o soplos frios, sensaciones de tocamientos y
movimientos de objetos. Todo el catálogo de efectos adscritos a un caso
de poltergeist. Sobre este particular hemos de hacer un parón y marcha
atrás; la fenomenología poltergeista era conceptualizada en el siglo
pasado por los miembros de la S.P.R como la ‘Teoría de la Muchachita
Traviesa’, exponiendo que se trataba de un efecto psicorrágico cuyo foco
era normalmente una muchacha conflictiva en edad púber o con notables
conflictos de tipo sexual (volvemos a la pulsión sexual como
desencadenante…). Vemos aquí una actualización del concepto de
‘fantasma’ o de espíritu errante, dotándolo de una nueva forma material y
finalmente descubriendolo como extra en una fotografía. Personalmente
no me hallo en condiciones de afirmar taxativamente que los orbes sean
los nuevos fantasmas postmodernos de nuestra era, ni siquiera que sean
un elemento trascendental de una posible supervivencia del alma humana a
la muerte, pero he de declarar, que efectivamente, poseen los
suficientes rasgos definitorios para otorgarles un mínimo de identidad
subjetiva. Pasemos a explicarlo.
a. Los orbes
se comportan aparentemente de manera inteligente. Podemos suponerles sin
ningún problema un tipo de inteligencia primaria (similar a la de un
animal) y es innegable su relación con otro tipo de fenomenos anómalos
de significancia elevada (psicofonías, p. ej.).
b.
Los orbes presentan tendencias y patrones de comportamiento, es decir,
realizan rutinas de actuación y actualizan sus reacciones conforme se
varía su entorno. Suben escaleras, se sientan en sillones y reaccionan
de forma coherente ante la presencia de un agente. Esto supone un mínimo
de inteligencia y emocionalidad.
c. Poseen un
cierto instinto gregario y a veces se agrupan colectivamente en
‘clusters’ o mejor, tomando un ejemplo más afín a la biología académica,
cardúmen de individuos (como los bancos de peces).
d. Existe una clara variabilidad entre los individuos, con orbes más activos y dominantes y otros con un rol más secundario.
3.2. La Rayuela
Hasta ahora hemos dado por supuesto que los orbes son el vehículo en
donde se asienta una inteligencia anteriormente humana que ha pasado
tras la muerte a otro estado de existencia. Aparentemente, nuestro
instinto así nos lo dicta. Pero, ¿podemos estar seguros que esa
inteligencia es efectivamente un resto humano intelectivo?. Hace 30 años
el escritor de ciencia ficción y científico Arthur C. Clarke aventuró
la posibilidad de existencia de unos organismos biológicos, habitantes
de nuestra estratosfera, con forma de esfera (eso sí, de varios km de
diamétro), de una naturaleza tan sutíl que les haría invisibles a
nuestros sentidos. Una especie de medusas invisibles inteligentes. Es
obvio que era una pura elucubración literaria de este autor pero nos
sirve de trampolín para aventurar algo. Es posible que los orbes no sean
fantasmas postmodernos tal y como nosostros entendemos el concepto,
sino especies biológicas específicas, desconocidas todavía y de una
naturaleza probablemente extraterrestre o interdimensional. Entiendo que
esta es una propuesta muy arriesgada y posiblemente hayan empezado a
aparecer ya ciertas sonrisas entre algunos lectores, pero el problema es
que existen datos que avalarían (con poco presupuesto, lo reconozco)
esta idea. He aquí un par de ellas.
a. Los
investigadores José y Karen Escamilla, de Nuevo México, llevan varios
años realizando estudios sobre otro fenómeno anómalo de similar
naturaleza a los orbes. Se denominan ‘rods’ (barrotes, en castellano), y
aparecen como estructuras fusiformes, voladoras, con apariencia
orgánica aunque muy similar a los orbes, y que se comportan como
organismos vivos. Estos ‘rods’ presentan una imagen muy similar a un
microorganismo tipo bacilo aunque a escala gigantesca (aproximadamente
la longitud de un palo de escoba). Existe tambien una cierta
variabilidad en cuanto a formas y comportamientos, distinguiendo el
matrimonio Escamilla hasta tres tipos básicos de rods: los llamados
‘centípedos’ o ciempies, que presentan una serie de indentaciones
aerodinámicas a lo largo de su estructura, similar a las aletas de una
sepia; los rods blancos, que parecen ser el modelo básico y los ‘lanzas’
que son los más rápidos y estilizados. Así mismo, los rods, al igual
que los orbes, se agrupan en clusters, con apariencia de trenes, con
varios rods acoplados entre morro/cola para formar algo parecido a un
convoy. Y lo que es más curioso (aunque me ha sido imposible
contrastarlo), el matrimonio de investigadores asegura haber encontrado
muestras físicas de rods muertos, carcasas o cascarones, de una
naturaleza material desconocida.
b. Existen
fenómenos luminográficos paralelos a la aparición de orbes que denotan
una interacción de tipo biológico con nuestro entorno. En EE.UU se
denomina ‘mist’ o niebla ectoplásmica a una conformación vaporosa, tipo
humo de cigarrillo, que aparece con cierta frecuencia en lugares
frecuentados por orbes. Desconocemos su naturaleza y si realmente son
fenómenos concomitantes, pero podriamos aventurar que se trata de un
subproducto de los orbes. El investigador especializado Rafael Jordan
aboga porque esta niebla o ‘mist’ sea el producto de la desintegración
material de los orbes, o incluso, que sea la materia prima sobre la que
los orbes podrían formarse y estructurarse.
3.3. Limpiando los pinceles
A final de esta exposición, nos quedan algunos puntos oscuros sobre el
tema. En primer lugar, cual es la razón por la que los orbes, siendo
detectados por cámaras fotográficas y videográficas, no pueden ser
vistos a simple vista. En realidad, esto no es así. Existen testimonios
de personas que los han observado nuda natura, es decir, a simple ojo.
Tenemos en este caso un fenómeno denominado COTET ‘’ Visión por el
rabillo del ojo’’ o visión periférica. Este fenómeno aparece en
determinados sujetos que afirman haber realizado avistamientos de orbes a
través de su visión periférica (la que nos permite p. ej. ver la
intensidad de una estrella lejana mirando al cielo indirectamente). El
problema estriba en que los orbes, siendo cuerpos sensible al flash de
un cámara fotográfica, no son observados directamente por el ojo humano.
Se me ocurren dos hipótesis sobre este asunto. Primera, existiría una
barrera psicológica en el ser humano que le hace imposible observar (o
interpretar lo observado) un fenómeno como son los orbes. Una especie de
efecto hipnótico ante determinados fenómenos objetivos que pueden ser
fotografiados pero no observados in situ. Podríamos recordar aquí el
famoso Velo de Isis de los ocultistas iniciados, esa especie de
incapacidad profana para observar hechos y fenómenos de naturaleza
sobrenatural y que solo después de algunos entrenamientos rituales
seríamos capaces de rasgar.
4. Motivos de discusión
Llegado a este punto del estudio, hay que plntear una discusión seria
sobre el tema de los orbes. ¿Cuál es su naturaleza?, ¿Qué condiciones
son las más favorables para que se generen?, ¿Qué identidad poseen y
porqué no somos capaces de descubrirla?. Mi opinión final (aunque no la
definitiva) es que se tratan de proyecciones muy sofisticadas de algo
emanado por un ser humano. No creo que sean entes externos, sino simples
semáforos emocionales de una naturaleza innata al ser humano pero
olvidada. Queda en boca del lector rehacer mis hipótesis y formar así
una nueva teoría que otorgue completa satisfacción al problema de los
orbes.
NOTAS SOBRE EL AUTOR:
DALMIRO UBIÑA PEREZ
es Técnico de Sistemas en un hospital de Granada. Está especializado en
el estudio analítico de fenómenos como psicofonías y TCI. Ha escrito
algunos artículos sobre el tema para la web de Ignacio Carmona
LA ESPIRITUALIDAD MÁS EXPANDIDA ES EL AMOR EN VERDAD ILUMINADO CON VALORES APLICADOS.
SOCIEDAD BIOSÓFICA NICARAGUA
SOCIEDAD BIOSÓFICA NICARAGUA
http://www.nacioncosmica.com/fotografiar-seres-de-luz-esferas-luminosas-orbs.html
http://www.nacioncosmica.com/esferas-luminosas-orbs.html
Espero que estos artículos os gusten así como el resto de nuestra web.
Un abrazo luminoso a tod@s